26 de febrero de 2011

OCCAREM



II


Tu vida es el espacio
de una calle desierta
abofeteada por la lluvia


las plantas de tus pies germinan
en pasos que te llevan de regreso
al lugar donde las gotas son espinas


te piensas acuoso
-pero no puedes ser un pez-
te piensas triste
-estás llorando-
y eres como un niño
al hundir tu cabeza en la corriente.

19 de febrero de 2011

*HUMO

                                   


                                                                                              Para Eduardo 
                                                                                                -ojos color de humo.



Del espacio, que parece contraerse, sale ella. Baila a tu lado. Extiende su mano hacia ti y te convida de la pipa de sus labios. Aspiras. Suspiras, luego.
Conforme avanza la noche, ella se te antoja más blanca y más cercana. El vértigo. La música inunda el espacio. Las cosas se han maximizado rítmicamente.
Tratas de recordar la primera vez que la viste bailar. No puedes. Tratas de recordar su nombre, su cara, mientras tu cuerpo busca un apoyo. El vértigo.
El cristal de la ventana te devuelve una mueca marina. Tu cara está salada de sudor y has fruncido el ceño como si una tempestad se acercara. Tratas de bailar tú también, pero tus piernas no se mueven. Levantas una mano para calibrar tu posición, un vaso cubre tu cara mientras ella te mira. No quieres que se guarde tu imagen en la memoria. Es lo único que puedes hacer para pagarle tu olvido. Cómo te llamas. El vértigo de tu memoria. La música.
El resto del tiempo sólo percibes un sonido prolongado. La boca seca. Y el humo verde: intenso y difuso. Cada vez más verde.
La noche es día ahora. Aquella hormiga caminando por encima de ti no pudo llevarse la mano, tu mano, que intentaba calibrar lo que fuera. Sabes que la hormiga te miró verde, eras hierba también tú. Mientras, ella seguía bailando. Tú la miras ¿Puedo mirarte? El vértigo. Crees verla salir por la ventana ¿Adónde?
La sala está vacía, tus entrañas, la pipa. Vacías. En algún espacio de tu cabeza, la música ¿Ella? La vista no te la ofrece ahora ¿Alguna vez te ofreció algo? Tus ojos han visto muy poco hasta ahora: una hormiga.
Las cosas comienzan a multiplicarse. Tus manos llenas de hormigas, tu boca. El vértigo. De tus ropas escurre un líquido viscoso y verde. Las ventanas forman una fila de cristales. Los objetos repetidos bailan. Un escozor recorre tu cuerpo de hierba, tu cuerpo húmedo y verde. Miras centenares de hormigas trazar una ruta sobre ti. Por última vez, el vértigo.
Sólo la música de esta sala vacía. Desde el piso, después, las hormigas y un grito, lejano, de ti mismo.

18 de febrero de 2011

COMO el Perro
me acostumbro al rechazo
aprendo a contar
gesto paciencia

procuro los castillos de arena.

9 de febrero de 2011

CONTRARROTURA





                                                                        Para Lucrecia



Los perros ladraron mi nombre
al verme la muñeca rota


mis brazos se caían como higos
y asusté a las palomas


fragmento fui toda la tarde: desorden


todavía alcancé a recordar
que odio las ventanas desnudas.

*DÍA 12'







                                                                                                                                Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad.
                                                                                                                                                                                     Enrique Tierno Galván



El cielo abierto como un paracaídas. Deshojado. Imposible. Azul, por decir algo. El cielo es una gran boca y tú la miras en silencio. Estrato condensado donde ves figuras de conejos.
Sigues una nube con los ojos. Tu cuerpo se inunda del frío rezagado de esta mañana clara. Hoy debe ser domingo. Dudas. Qué certeza puede tenerse de los días cuando éstos pasan, de repente, por una ventana alta.
Pero, eso ha terminado. En medio de los escombros estás tú y el día más feliz de tu vida.
Las paredes que te contenían ahora son polvo. Las calles desmoronadas, el asfalto. Edificios vencidos desde lo más hondo. Esta ciudad en ruinas parece más hermosa. Los hombres fueron aplastados por techos sin estrellas. Pero, ahora tú eres libre.
Sólo queda el cielo, abierto como un paracaídas. El cielo como el único sobreviviente, allá en lo alto, de esta tierra destruida por completo.

5 de febrero de 2011

DIÁDROMO

Desde el vacío
te convoco:

pez de armadura negra
ojo de Narciso

he llamado a tu puerta
sin ser hijo
ni costilla
ni paloma

y defino hueca mi postura

olvida (siempre) la pregunta que no hice
cuando la sombra de tu voz
me negó tres veces.