Something in the way she moves/
attracts me like no other lover.
The Beatles
La brisa corre exacta alrededor de la
playa. Dibuja espirales sonoras sobre la tarde que parece va a caer sobre
Antonio. Sobre la cabeza doliente de Antonio, quiero decir, detrás de sus orejas,
en la primera línea de sus recuerdos mullidos. Atrás.
Nadie le ha preguntado qué
hace dando vueltas y acarreando libros y cosas hacia la orilla. La gente de la
playa lo observa pero nadie lo conoce, así que no importa, sólo notan su
aspecto demacrado. Puede ser un turista excéntrico más. ¿Lo era? Eso quisiera
Antonio o cualquier cosa: estar fuera del centro, lejos del doloroso centro de
su sien.
Un
año exacto de insomnio y de dolor de cabeza. Astillas entrando y saliendo
rítmicamente. Un año sin el mar y sin Brisa. Qué infamia llamarse así, piensa.
Puede
recordar el olor rancio del lugar en donde encontró a Brisa, puede ver la
orilla de la playa y las luces nocturnas. Escucha las primeras palabras que
pronunció en aquel tiempo: ¿tienes algo para mí? Qué tenía Antonio, entonces,
sino una sien a punto de convertirse en cien más. Sólo pudo invitarle los
tragos. Esa noche bastó para que todo se volviera un lugar común. Brisa, mujer
de calor oscuro/hombre de ojos claros, compartiendo y soportando el dolor, los
analgésicos, las habitaciones añejas en silencio. Y es que en esta vida todo
parece ser trabajo, decía Brisa, sobre las piernas de Antonio, contando esos
trozos de papel que llamamos dinero. Es muy poco, dijo por última vez. No
podemos arreglarnos.
Desde entonces, remedios absurdos que no calman el estallido punzante ni la ausencia. Le han dicho a Antonio que leer a la orilla del mar podría ayudarle en algo. Se siente un imbécil siguiendo tal recomendación, pero ya nada importa a esta hora de la tarde en que la brisa fina cae sobre su cabeza.
Desde entonces, remedios absurdos que no calman el estallido punzante ni la ausencia. Le han dicho a Antonio que leer a la orilla del mar podría ayudarle en algo. Se siente un imbécil siguiendo tal recomendación, pero ya nada importa a esta hora de la tarde en que la brisa fina cae sobre su cabeza.