5 de julio de 2011

*HISTORIA DE LA BRISA





Something in the way she moves/
attracts me like no other lover.
The Beatles






La brisa corre exacta alrededor de la playa. Dibuja espirales sonoras sobre la tarde que parece va a caer sobre Antonio. Sobre la cabeza doliente de Antonio, quiero decir, detrás de sus orejas, en la primera línea de sus recuerdos mullidos. Atrás.
Nadie le ha preguntado qué hace dando vueltas y acarreando libros y cosas hacia la orilla. La gente de la playa lo observa pero nadie lo conoce, así que no importa, sólo notan su aspecto demacrado. Puede ser un turista excéntrico más. ¿Lo era? Eso quisiera Antonio o cualquier cosa: estar fuera del centro, lejos del doloroso centro de su sien.
Un año exacto de insomnio y de dolor de cabeza. Astillas entrando y saliendo rítmicamente. Un año sin el mar y sin Brisa. Qué infamia llamarse así, piensa.
Puede recordar el olor rancio del lugar en donde encontró a Brisa, puede ver la orilla de la playa y las luces nocturnas. Escucha las primeras palabras que pronunció en aquel tiempo: ¿tienes algo para mí? Qué tenía Antonio, entonces, sino una sien a punto de convertirse en cien más. Sólo pudo invitarle los tragos. Esa noche bastó para que todo se volviera un lugar común. Brisa, mujer de calor oscuro/hombre de ojos claros, compartiendo y soportando el dolor, los analgésicos, las habitaciones añejas en silencio. Y es que en esta vida todo parece ser trabajo, decía Brisa, sobre las piernas de Antonio, contando esos trozos de papel que llamamos dinero. Es muy poco, dijo por última vez. No podemos arreglarnos. 

Desde entonces, remedios absurdos que no calman el estallido punzante ni la ausencia. Le han dicho a Antonio que leer a la orilla del mar podría ayudarle en algo. Se siente un imbécil siguiendo tal recomendación, pero ya nada importa a esta hora de la tarde en que la brisa fina cae sobre su cabeza.