24 de junio de 2012

PERO TOMÉ EL DINERO y tomé el portafolio lleno de documentos y dije que sí. Me haría cargo del caso de los locos de la taiga. Resolvería un acertijo. Le diría, a final de cuentas, muchos días después, con el cabello ya muy crecido, que nadie sabe nunca por qué. Que el desamor aparece igual que el amor, un buen día. Pero creo que tomé el dinero y el portafolio lleno de documentos y dije que sí porque quería regresar a decirle que, igual, que justo como el amor, el desamor un buen día se va. También.

Quería regresar para decirle: tenías razón. Es imposible recordar algo para siempre. Sobre todo algo sin camino, sin transcurso. Quería decirle, en voz muy alta, cómo lastima la duda. Esta vez era mi turno. El acertijo iba a ceder frente a mis ojos, a revelarse.

¿Qué tan cierta era la locura de los locos de la taiga? ¿La tuya? Muchos días después le hablaría de ti, Mujer Oscura. Le diría que nunca supe muy bien por qué pero que siempre supe que eras tú. Tú la taiga, tú el mal, tú las horas que quedaron suspendidas en medio de los papeles del portafolio y el dinero. También. Tú la locura/el (des)amor. Esa sustancia elemental, transformadora. Tú la oscuridad apelmazando la sangre en las noches húmedas, aquí donde las cabezas ruedan sin atrevimientos poéticos, donde la fatalidad del cuerpo, donde su desgarre es. Y nos toca.

-Cuéntame, ¿qué se siente?
-¿Qué se siente qué?

Le diría que siempre fue un cómo. Le diría que un buen día desapareciste. Síntoma de una enfermedad extraña: acertijo. Le diría que la sangre no es un síntoma. La sangre siempre es la causa de todo.




(A partir de un fragmento de El mal de la taiga de CRG)

19 de mayo de 2012


HABLO DE correr
de esconderse
temblando
a la orilla del camino

hablo de la falta de luz,
quiero decir,
de la falta de calma

hablo de planear el encuentro
con la voracidad del ciego
que cree sentir el color verde
al pronunciar la palabra árbol
con la boca llena de vértigo.


29 de febrero de 2012

&

anunciar la noche: las palabras de la noche: tu presencia inundando la noche

30 de enero de 2012

CERRAR el párpado de la memoria
apretar los dientes
las piernas
el lenguaje

para recibir
tu presencia
de río helado

el filo punzante
de tu voz
diciendo:
la voluntad
es algo dicho tan despacio.

4 de octubre de 2011

A PARTIR DE AQUÍ



Éstas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...
Alejandra Pizarnik


-Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
 Juan Rulfo


&

Esta es la historia que imagino para el espacio que existe entre el final y el principio. Él siempre estuvo en un plan de prometerlo todo. Siempre los ojos claros, esas pupilas casi transparentes. Y así fue: prometió todo sin dar nada, porque las promesas lo dejan a uno sin poder ofrecer algo después de conjurarlas.
A los diecinueve años no se cae en la cuenta de que la ilusión cuesta cara, las obsesiones de la gente nos parecen comportamientos interesantes y necesarios. Ella acumulaba deseos postergados, pupilas infinitamente claras. Él era una promesa esperando, esperándola. Era el mar salado y tempestuoso; inasible. Era voz dentro de ella, consuelo.

&
Esta es la historia que te cuentas cuando tu madre jura que tu padre ha muerto. Cuando la sentencia te llega como de lejos. Salada y transparente. Y crees todo en ese instante y no haces más preguntas.
           Ella va desmenuzando cada recuerdo, cada imagen. Voz adentro, palabra adentro, mar adentro. Claridad perpetua su memoria, donde el deseo todavía sabe a sal de carne tierna.

&
Dice la historia que fuera de la perfección del deseo sólo queda ella. Ella con las voces dentro, con los ojos claros y salados. Y que luego de dictar promesas podemos salvar sólo unas palabras, palabras que existen si las decimos, aun en voz baja. El mar dentro del mar. El deseo que no se acaba, ella. La muerte de un extraño, íntimo y desconocido miedo. Claro. 



(Epílogo:
Ella se desnuda en el paraíso/ de su memoria/ ella desconoce el feroz destino/ de sus visiones/ ella tiene miedo de no saber nombrar/ lo que no existe.)

20 de septiembre de 2011

APUNTES PARA UN NOMBRE



I



Isven llueve en septiembre
cada día


los nombres escurren
como lluvia: Isven es una tormenta.

6 de agosto de 2011

VENDAVAL




El aire de mi espalda
me llega hasta las manos
por eso es que puedo torcerme los dedos
cuando suspiro

entre estertor y fatiga
se me escapan nombres
como quien expulsa
risas o flemas o maldiciones
sin la incertidumbre de aquel que ha perdido algo

olvido de a poco
me corto el pelo
porque no quiero morir
pronunciando.

5 de julio de 2011

*HISTORIA DE LA BRISA





Something in the way she moves/
attracts me like no other lover.
The Beatles






La brisa corre exacta alrededor de la playa. Dibuja espirales sonoras sobre la tarde que parece va a caer sobre Antonio. Sobre la cabeza doliente de Antonio, quiero decir, detrás de sus orejas, en la primera línea de sus recuerdos mullidos. Atrás.
Nadie le ha preguntado qué hace dando vueltas y acarreando libros y cosas hacia la orilla. La gente de la playa lo observa pero nadie lo conoce, así que no importa, sólo notan su aspecto demacrado. Puede ser un turista excéntrico más. ¿Lo era? Eso quisiera Antonio o cualquier cosa: estar fuera del centro, lejos del doloroso centro de su sien.
Un año exacto de insomnio y de dolor de cabeza. Astillas entrando y saliendo rítmicamente. Un año sin el mar y sin Brisa. Qué infamia llamarse así, piensa.
Puede recordar el olor rancio del lugar en donde encontró a Brisa, puede ver la orilla de la playa y las luces nocturnas. Escucha las primeras palabras que pronunció en aquel tiempo: ¿tienes algo para mí? Qué tenía Antonio, entonces, sino una sien a punto de convertirse en cien más. Sólo pudo invitarle los tragos. Esa noche bastó para que todo se volviera un lugar común. Brisa, mujer de calor oscuro/hombre de ojos claros, compartiendo y soportando el dolor, los analgésicos, las habitaciones añejas en silencio. Y es que en esta vida todo parece ser trabajo, decía Brisa, sobre las piernas de Antonio, contando esos trozos de papel que llamamos dinero. Es muy poco, dijo por última vez. No podemos arreglarnos. 

Desde entonces, remedios absurdos que no calman el estallido punzante ni la ausencia. Le han dicho a Antonio que leer a la orilla del mar podría ayudarle en algo. Se siente un imbécil siguiendo tal recomendación, pero ya nada importa a esta hora de la tarde en que la brisa fina cae sobre su cabeza.


30 de junio de 2011

EN TINTA
me tomarán las huellas

comprobarán que no sea
más criminal
de lo que parezco

ambas manos

del meñique al pulgar
y viceversa.

21 de mayo de 2011

EPÍLOGO

                                                                                            Para L. P.



I


La imagen rebota en el pestañeo
y se desborda
sobre este poema
que no es poema
(dirán mis detractores de impecable calidad literaria)

es el olor a muerte de estos días
tal vez diga en mi defensa
o tal vez intente escribir algo de largo aliento:
trescientos versos donde la imagen estalle en colores hermosos
y en cantos de girasoles

la imagen me abandona
sin embargo
y sigue siendo mayo sobre tu nombre de calor oscuro
y nunca han sido más las once de la mañana
como ahora
cuando desmenuzo el recuerdo malsano de tus voces
entre tragos de agua fría.



II


Ahora eres una salvaje
sentencias
antes de volver a dormir.